Ordenanza Nº1278
VISTO: La iniciativa de algunos vecinos que proponen la designación de nombre de una calle pública de nuestra ciudad; y,
CONSIDERANDO: Que se ha realizado la apertura de dicha calle pública, es que proponen el nombre una ciudadana “Prudencia Ochoteco”, y vecinos de nuestra ciudad han dado testimonios de su vida.
Hija del inmigrante vasco Francisco Ochoteco y de Francisca Maizterrena, creció en un hogar signado por el trabajo y los valores religiosos. Recibió de su madre dos mandatos: cuidar la Capilla del Cementerio y no abandonar la casa paterna (sita sobre calle 25 de Mayo esq. Illia), mandatos que cumplió, el primero hasta que pudo andar y el segundo hasta su muerte. Todas las semanas iba a limpiar y arreglar la Virgen del Tránsito y la capilla, lustraba candelabros de bronce, quedando así pulidos y relucientes, lavaba floreros y manteles, pero lo mejor ¡Armaba el Pesebre para Navidad!, pesebre que era admiración de grandes y chicos. Los días de ánimas pasaba todo el día en el cementerio, recordándole a toda persona que ingresaba al mismo, anotar responso para sus difuntos, responso que un sacerdote iba a rezar de 7,30 a 11,30 y de 14 a 18 hs. Se llenaban cuadernos de anotaciones con nombres de difuntos. También se ocupaba de poner todo en condiciones para la Novena de la Virgen del Tránsito y la correspondiente misa el 15 de agosto. Visitaba cuanto velorio había en el barrio, donde permanecía varias horas rezando rosarios, matizados con unos buenos mates, que eran su debilidad. El barrio al que se hace alusión es Barrio San Martin, conocido entonces como Barrio Sur, con sus calles de tierra, sus ranchos de adobe y paja o paredes hechas con recortes de latas de leche nido que alguien traía desde Nestlé. Por supuesto no había electricidad, ni cloaca, ni agua corriente. La casa de Ochoteco, que data de 1890, como se la conocía comúnmente, estaba abierta a todas las necesidades de la población. Hoy diríamos que era una sucursal de Desarrollo Social, desde comida para el que la necesitara, pasando por velas, fósforos, kerosene, harina, yerba, etc. hasta dinero, ropa o alpargatas. Prudencia enseñaba Catecismo preparando niños para su Primera Comunión. Lugar de paso y de descanso de caballos para la gente que venía de Montoya, en esa casa se hacían Misiones donde durante tres días, los sacerdotes celebraban misa, bautizaban y casaban a los “ayuntados” como se decía entonces. Para ello se constituía en el lugar el Registro Civil y el Juez de Paz, por algo que hubiera que certificar.
Prudencia fue alumna fundadora del Colegio Nuestra Sra. del Huerto, culminó el mandato de su madre, donando su casa y varias hectáreas de tierra que la rodeaban, a la Iglesia. Su intención era ocupar esa propiedad para un colegio de discapacitados. Algo que no se pudo concretar y que el Arzobispado, más tarde, gestiones mediante de Nélida Biaggioni de Contín, su sobrina política, destinó al Convento de las Hermanas Carmelitas.
Fidela Vivanco de Ochoteco: No se puede hablar de Prudencia sin hacerlo de su cuñada, Doña Fidela Vivanco de Ochoteco. Hija del Maestro Ramón Vivanco y de Angelita Fernández, una de las primeras integrantes de la Sociedad de Beneficencia, vivía en Bs. As. cuando contrajo matrimonio con Francisco Ochoteco, viudo con diez hijos. Además de ocuparse de la casa y los hijos menores, también lo hizo de Prudencia, por ese entonces muy agobiada por haber perdido a su madre. Podemos decir que la llegada de esta nueva integrante de la familia fue providencial para su cuñada. También poseedora de una acendrada fe, ella era la verdadera administradora contable de lo que se necesitaba para esas familias que muchas veces dependían de esa casa para comer. Esas dos mujeres siempre se llevaron muy bien. Se puede decir que Fidela trasmitió a Prudencia el “barniz social” que tal vez le faltaba. Ambas con caridad inexplicable, poseedoras de un don religioso y transmisora de conocimiento. Se acompañaban y socorrían mutuamente. Ella fue el sostén y el artífice de todo lo que se hacía en esa casa.
Personas como estas son las que mantienen y han mantenido el tejido social de una población que por esa época tenía muchas carencias por lo cual merecen nuestro agradecimiento.
Por ello:
EL CONCEJO DELIBERANTE
DE LA CIUDAD DE NOGOYÁ
SANCIONA CON FUERZA DE
ORDENANZA
Articulo1°.- Desígnese con el nombre de “Prudencia Ochoteco” a la calle pública comprendida entre las manzanas N°421-8 y 421-9, perpendicular a las calles Papa Juan XXIII y Alfredo Palacios.
Articulo 2°.- Colóquese la señalética correspondiente.
Articulo 3°.- De forma.-
Nogoyá, Sala de Sesiones, 18 de noviembre de 2.020.-
Aprobado por unanimidad en general y particular