Asigna el nombre de Coronel Manuel Dorrego a una calle
Ordenanza Nº928
VISTO: la necesidad de seguir denominando a calles que son públicas en nuestra ciudad y como lo hemos realizado en este Honorable Concejo con otras calles que hoy llevan su propia denominación, sugiero en este proyecto el nombre de tal vez y de acuerdo a la bibliografía consultada y que transcribiré en algunos pasajes textualmente, de uno de los hombres más emblemáticos de la historia Argentina y tal vez como parte del revisionismo histórico corresponda como un acto de justicia realizar el correspondiente reconocimiento me refiero al Coronel Manuel Dorrego; y
CONSIDERANDO: Que Manuel Críspulo Bernabé Dorrego nació el 11 de junio de 1787 en lo que por aquellos años era una pequeña aldea que se convertiría con el tiempo en la Ciudad de Buenos Aires. Manuel Dorrego era hijo del súbdito portugués José Antonio de Orrego o Dorrego y la criolla María de la Ascensión Sala. Corrían tiempos políticos opresivos. El sistema Virreynal, tutelar, centralista y autocrático, se encontraba en pleno apogeo. Era el tiempo del Virrey Nicolás del Campo, Marqués de Loreto quien gobernó entre los años 1784 y 1789.
Desde su infancia Manuel se fue formando en un ambiente donde imperaba un clima de altiva resistencia a la opresión. Situación que incentivaba la indomable resistencia del padre lusitano, a los manejos inconsultos de los funcionarios españoles. Cursó sus primeros estudios en el Real Colegio de San Carlos donde hizo amistad con figuras de singular gravitación en el futuro de la patria, como Tomás Guido y Esteban de Luca. Completó sus estudios de Filosofía y Teología en el ya mencionado Real Colegio de San Carlos, Graduándose en la primera disciplina. En aquellas épocas no existía aún, en Buenos Aires, ninguna Casa de Altos Estudios, razón por la cual, Manuel se trasladó a Santiago, Chile, para matricularse en la carrera de Abogacía, en la Universidad de San Felipe. “Un hombre, que como bien dice el periodista Hernan Brienza “no encaja en los moldes de las líneas de nuestra historia”: porteño y federal, liberal y nacionalista, popular y democrático, localista, sí, pero también: americanista, bolivariano y sanmartiniano. Hombre clave del Ejército del Norte, al mando de Manuel Belgrano, su desempeño militar nos legó importantes páginas de gloria, donde su valor e hidalguía se amalgamaron, en todo momento, con su notable capacidad como oficial al frente de sus tropas. Sus ideales republicanos y liberales, su creencia en las mayorías y en el papel central que le correspondía a las Provincias en la construcción y el futuro de nuestra incipiente Nación, inexplicablemente, llenaron su camino de enemigos. Cuando el federalismo, por fin llegó al poder en Buenos Aires, con Manuel Dorrego como gobernador, no bastaron ni su generosidad, siempre demostrada hacia sus adversarios, ni la breve pero brillante gestión de gobierno, para que el inefable golpe unitario, encabezado por Juan Lavalle, lo derrocara y asesinara. Cuando se narran las circunstancias del fatal desenlace; historiógrafos, periodistas y escritores, cometen una imperdonable omisión. Se refieren al “fusilamiento” de Don Manuel Dorrego, un eufemismo que disfraza uno de los peores crímenes que recuerda nuestra historia, porque el 13 de diciembre de 1828, las balas asesinas del “cipayaje” vernáculo, no sólo se cobraron la vida de un verdadero héroe y patriota, sino que acribillaron también el último aliento de los ideales de Mayo. Un acto deleznable y cobarde, que resulta indigerible, para un pueblo que aún hoy, espera la materialización del sueño primero de sus padres. El Dorrego muerto, es el Dorrego que más le convino a las facciones en pugna, aquellas que perseguían inconfesables intereses, tan distantes del bien común del pueblo y de la patria, como aparentemente estaban el federalismo “rosista” y sus enemigos “progresistas y liberales”. Lo cierto es que con el advenimiento al poder del federalismo “rosista”, el centralismo se consolidó en un grado directamente proporcional, en magnitud, a la perdida de aquellas libertades, que tan bien, se había ocupado Dorrego, de preservar y estimular. La eliminación física de D. Manuel Dorrego de la escena política provincial y nacional, no terminó siendo funcional a sus ejecutores, sino más bien y como es de orden, en este tipo de crímenes, sólo fue funcional a sus instigadores. El estuario del Río de la Plata, convertido en aguas internacionales a partir de la definitiva pérdida de nuestra soberanía sobre la Banda Oriental, tuvo como directos beneficiarios a las potencias extranjeras de ultramar, quienes sin mediar otro requisito, pudieron acceder a su libre navegación. El centralismo porteño, se mantuvo y en algunos aspectos, incluso se exacerbó, permitiendo a esas mismas potencias europeas, tener que sentarse a “negociar”, pero eso sí, con un sólo interlocutor. Resulta difícil, calcular hoy en día, cuanto atraso significó para nuestra querida patria, éste negro capítulo de nuestra historia, pero no resulta difícil de imaginar, que el golpe ignominioso, que Lavalle le propinó a las instituciones republicanas, también sentó el trágico precedente, que en la forma de experiencias trágicamente análogas, se manifestaría en forma recurrente, a lo largo del siglo XX. Pero la tragedia de Navarro, trasciende la pérdida de la vida de D Manuel Dorrego y se agrava con la postergación del ideario dorreguiano y la tergiversación del federalismo doctrinal a manos del rosismo. El resurgimiento de los ideales de Dorrego sólo volvió a manifestarse en forma esporádica durante la gestión de Adolfo Alsina y en los albores del radicalismo, donde influyeron claramente en el ideario propio de Leandro N. Alem y de Aristóbulo del Valle. El Coronel D. Manuel Dorrego, vivió, luchó y murió para legarnos su ideario de auténtico federalismo. Sus ideas, largamente postergadas, duermen el sueño que le impusieron las balas unitarias y el egoísmo, resentimiento y pobreza de espíritu, de quienes conspiraron contra su vida. Sólo nosotros, el pueblo argentino, los verdaderos destinatarios de sus esperanzas y desvelos, tenemos la responsabilidad y porque no, el deber, de implementar, para nosotros y nuestra posteridad, el ideario federal, que asegure el definitivo surgimiento de nuestra querida Nación en el marco de las virtudes republicanas que soñaron los padres de la Patria”. (Fuente consultada: Paula Arranz, estudiante de abogacía. Noviembre de 2008, ciudad de Coronel Dorrego, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
Que por todo lo expuesto sugiero a los estimados colegas el acompañamiento del presente proyecto en memoria de uno de los granes héroes olvidados por nuestra historia oficial.
Por ello:
EL HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE
DE LA MUNICIPALIDAD DE NOGOYA
SANCIONA CON FUERZA DE
ORDENANZA
Artículo 1º.- Nomínase Coronel Manuel Dorrego a la calle pública ubicada entre las manzanas Nºs. 415, 416, 419 y 420 trazada en sentido norte – sur entre las calles Alfredo Palacios y Arturo Illia.
Artículo 2º.- Procédase a la señalización pertinente.
Artículo 3º.- De forma.-
Nogoyá, Sala de Sesiones, 6 de diciembre de 2.011.-
Aprobado por unanimidad en general y particular